Dos años sin Tamborrada son una vida para un niño. Muchos ya no podrán desfilar porque su oportunidad se perdió con la pandemia, pero los que sí se concentrarán el próximo viernes en Alderdi Eder se han conjurado para tocar en su nombre con tanta fuerza e ilusión que sus redobles se escuchen en cada rincón de la ciudad.
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