Es lo que tiene. San Sebastián se celebra en enero y el invierno siempre es invierno. A alguno a lo mejor le hubiera gustado trasladarla al mes de julio, con San Ignacio –aunque ni así estaría asegurado el tiempo– pero no sería lo mismo. Así que lo único que pudieron hacer los azpeitiarras es pertecharse lo mejor posible para hacer frente
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